el instituto

Identidad

El 8 de septiembre de 2017 el Papa Francisco publica la Carta apostólica en forma Motu Proprio Summa Familiae Cura con la que se instituye el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las ciencias del matrimonio y de la familia.

“…en un contexto en el que los individuos están menos sostenidos que en el pasado por las estructuras sociales, en su vida afectiva y familiar. Con el límpido propósito de permanecer fieles a las enseñanzas de Cristo debemos, por lo tanto, mirar con intelecto de amor y con sabio realismo, la realidad de la familia, hoy, en toda su complejidad, en sus luces y sombras.

Por estas razones he considerado oportuno ofrecer un nuevo marco jurídico al Instituto Juan Pablo II, para que «la intuición clarividente de San Juan Pablo II, que quiso firmemente esta institución académica, hoy [pueda] ser todavía mejor reconocida y apreciada en su fecundidad y actualidad».

Por lo tanto, he tomado la decisión de instituir un Instituto Teológico para Ciencias del Matrimonio y la Familia, ampliando su campo de interés, sea por las nuevas dimensiones de la tarea pastoral y de la misión eclesial, sea en referencia al desarrollo de las ciencias humanas y de la cultura antropológica en un campo tan fundamental para la cultura de la vida.” [1].

“Con el presente Motu Proprio instituyo el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para Ciencias del Matrimonio y la Familia, que, vinculada a la Pontificia Universidad Lateranense, suceda, sustituyéndolo al Pontificio Instituto Juan Pablo ii para estudios sobre el Matrimonio y la Familia, establecido por la Constitución apostólica Magnum Matrimonii sacramentum, que por lo tanto cesa. Será deber, sin embargo, que la inspiración original que dio origen al cesado Instituto para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia siga fecundando el campo más amplio de compromiso del nuevo Instituto Teológico, contribuyendo eficazmente a que sea plenamente compatible con las exigencias actuales de la misión pastoral de la Iglesia.” [2].

“El nuevo Instituto será, en el contexto de las instituciones pontificias, un centro académico de referencia, al servicio de la misión de la Iglesia universal, en el campo de las ciencias relacionadas con el matrimonio y la familia y respecto a los temas asociados con la alianza fundamental del hombre y de la mujer para el cuidado y la generación de la creación.”

El 11 de julio de 2019 la Congregación para la Educación Católica aprueba los nuevos estatutos del Pontifico Instituto Teológico Juan Pablo II.  Adjuntar Estatutos generales. 

El 11 de enero 2024 se aprueban los estatutos de la sección extraurbana de Valencia por el Dicasterio de cultura y educación. Adjuntar estatutos sección Valencia.

La Constitución Apostólica «Veritatis gaudium» del Papa Francisco sobre las Universidades y las Facultades eclesiásticas, 29.01.2018. 

Segunda parte. Normas especiales. Título IV. Otras facultades

Artículo 85. “Además de las Facultades de Teología, de Derecho Canónico y de Filosofía, han sido erigidas o pueden ser erigidas canónicamente otras Facultades eclesiásticas, teniendo en cuenta las necesidades de la Iglesia, con objeto de conseguir algunas finalidades particulares, como por ejemplo:

  1. a) un conocimiento profundo en algunas disciplinas de mayor importancia entre las disciplinas teológicas, jurídicas, filosóficas e históricas;
  2. b) la promoción de otras ciencias, en primer lugar, las ciencias humanas, que tengan más estrecha conexión con las disciplinas teológicas o con la labor de evangelización;
  3. c) el estudio profundo de las letras, que ayuden de modo especial tanto a comprender mejor la Revelación cristiana, como a desarrollar con mayor eficacia la tarea de evangelización;
  4. d) finalmente, una más cuidada preparación tanto de los clérigos como de los seglares para desempeñar dignamente algunas funciones apostólicas especiales”.

 

Misión 

“…trabajan para que la predicación de la Iglesia no carezca de la contribución del conocimiento científico que facilita un diálogo concreto y actualizado sobre los temas humanos de la vida conyugal. De esta manera, el anuncio sobre la naturaleza y los propósitos específicos de la íntima comunidad de vida y el amor conyugal, queridos por el Creador y elevados por Cristo a la dignidad de Sacramento, puede encontrar una mejor acogida en el corazón humano

“…profundización del designio de Dios sobre la persona, el matrimonio y la familia, conjugando la reflexión teológica, filosófica y científica, con una atención constante a la cura animarum.”

“2. Sus estudios deben basarse en una antropología sólida y adecuada; una antropología que abarque la verdad integral de la persona humana. De hecho, la solución a los problemas que plantean el matrimonio y la familia siempre implica una antropología. Si esta no es adecuada, genera soluciones que no respetan la dignidad del hombre y de la mujer. …Es sobre esta visión adecuada de la persona humana, que —como enseña el Vaticano II— solo puede conocerse plenamente a la luz del Misterio del Verbo Encarnado (cf. Gaudium et Spes , 22), sobre esta visión —decía— deben basar todas sus respuestas a los problemas que plantea hoy la vida matrimonial y familiar. Una consecuencia esencial de esto es la reflexión ética: es decir, la reflexión sobre el valor y los valores de la persona humana como tal y, en particular, sobre los valores morales que deben realizarse en la vida matrimonial y familiar.

De todo esto, se desprende que la investigación en el Instituto, incluso en la necesaria pluralidad de enseñanzas, debe caracterizarse cada vez más por una profunda unidad en su totalidad. Cada disciplina es como un fragmento que, al integrarse con las demás, muestra una «figura» unitaria, que debéis percibir claramente: la «figura» del matrimonio y la familia en toda su verdad, tal como la concibe Dios.

Ésta es la suprema dignidad del pensamiento teológico, que santo Tomás no dudó en llamar “quaedam participatio divinae scientiae.” [8]

Confiando el Instituto al especial patrocinio de la Santísima Virgen María de Fátima cuyo aniversario se celebra cada 13 de mayo. [9]

 

Metodología  

“6. Éstas y otras perspectivas para el trabajo futuro del Instituto deberán ser desarrolladas según la doble dimensión de método que se desprende también de este encuentro.

Por una parte, es imprescindible partir de la unidad del designio de Dios sobre la persona, el matrimonio y la familia. Sólo este punto de partida unitario permite que la enseñanza ofrecida en el Instituto no sea una simple yuxtaposición de lo que la teología, la filosofía y las ciencias humanas nos dicen sobre estos temas. De la revelación cristiana brota una antropología adecuada y una visión sacramental del matrimonio y de la familia, que permite realizar un diálogo y una interacción con los resultados de la investigación propios de la razón filosófica y de las ciencias humanas. Esta unidad originaria está también en la raíz del trabajo común entre profesores de diversas materias y hace posibles una investigación y una enseñanza interdisciplinares que tienen como objeto el «unum» de la persona, del matrimonio y de la familia profundizado, desde puntos de vista diversos y complementarios, con metodologías específicas.

Por otra parte, es preciso subrayar la importancia de las tres áreas temáticas sobre las que se organizan concretamente todos los currículos de estudios propuestos en el Instituto. Esas tres áreas son necesarias para la integridad y la coherencia de vuestro trabajo de investigación, enseñanza y estudio. En efecto, ¿cómo prescindir de la consideración del «fenómeno humano» tal como lo proponen las diversas ciencias? ¿Cómo renunciar al estudio de la libertad, eje de toda antropología y puerta de acceso a las preguntas ontológicas originarias? ¿Cómo prescindir de una teología en la que la naturaleza, la libertad y la gracia se vean en unidad articulada, a la luz del misterio de Cristo? Aquí se halla el punto de síntesis de todo vuestro trabajo, ya que «realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (Gaudium et spes, 22).” [10]

En consecuencia, doble dimensión del método: 

  1. Partir de la unidad del designio de Dios sobre la persona, el matrimonio y la familia. Permite que la enseñanza ofrecida en el Instituto no sea una simple yuxtaposición de lo que la teología, la filosofía y las ciencias humanas nos dicen sobre estos temas. 
  2. De la revelación cristiana brota una antropología adecuada y una visión sacramental del matrimonio y de la familia, que permite realizar un diálogo y una interacción con los resultados de la investigación propios de la razón filosófica y de las ciencias humanas.

Tres áreas temáticas:  

  • La consideración del «fenómeno humano» tal como lo proponen las diversas ciencias
  • estudio de la libertad, eje de toda antropología y puerta de acceso a las preguntas ontológicas originarias.
  • teología en la que la naturaleza, la libertad y la gracia se vean en unidad articulada, a la luz del misterio de Cristo
  1. La unidad del designio de Dios sobre la persona, el matrimonio y la familia que en una visión orgánica integre las diversas ciencias como la teología, la filosofía y las ciencias humanas. 
  2. De la Revelación cristiana brota una antropología adecuada, una visión sacramental del matrimonio y de la familia, que permite realizar un diálogo y una interacción con los resultados de la investigación propias de la razón filosófica y de las ciencias humanas.

elaborar una antropología adecuada que trate de comprender e interpretar al hombre en lo que es esencialmente humano.

En efecto, el olvido del principio de la creación del hombre como varón y mujer representa uno de los factores de mayor crisis y debilidad de la sociedad contemporánea, con preocupantes consecuencias en el clima cultural, en la sensibilidad moral y en el marco jurídico. Cuando se pierde de vista este principio, se ofusca la percepción de la singular dignidad de la persona humana y se abre camino a una peligrosa «cultura de muerte».

Sin embargo, la experiencia del amor, correctamente entendido, sigue siendo la puerta de acceso, simple y universal, a través de la cual todo hombre está llamado a tomar conciencia de los factores constitutivos de su humanidad:  razón, afectividad y libertad. En el irreprimible interrogante sobre el significado de su persona, sobre todo partiendo del principio de que ha sido creado a imagen de Dios, varón y mujer, el creyente puede reconocer el misterio del rostro trinitario de Dios, que lo crea imprimiendo en él el sello de su realidad de amor y comunión.

  1. El sacramento del matrimonio y la familia que nace de él representan el camino eficaz por el que la gracia redentora de Cristo asegura a los hijos de la Iglesia una participación real en la comunión trinitaria. El amor del Resucitado a su esposa la Iglesia, concedido sacramentalmente en el matrimonio cristiano, alimenta, al mismo tiempo, el don de la virginidad por el Reino. Esta, a su vez, indica el destino último de ese mismo amor conyugal.

Así, el misterio nupcial nos ayuda a descubrir que la Iglesia misma es «familia de Dios». Por eso, el Instituto, al profundizar en la naturaleza del sacramento del matrimonio, ofrece también elementos para la renovación de la eclesiología”. [11]

CARISMA FUNDACIONAL

La inspiración original de San Juan Pablo II

“…He decidido fundar…Dicho instituto se propone prestar a toda la Iglesia la aportación de la reflexión teológica y pastoral sin la que la misión evangelizadora de la Iglesia se vería privada de una ayuda esencial. Será un lugar donde la verdad

sobre el matrimonio y la familia se estudien a fondo a la luz de la fe y con la contribución también de las distintas ciencias humanas.”

“…para que la verdad acerca del matrimonio y la familia pueda ser cada vez mejor investigada científicamente, de modo que los laicos, religiosos y sacerdotes puedan recibir formación, ya sea filosófico – teológica, ya en ciencias humanas en esta materia, a fin de que su ministerio pastoral y eclesial se pueda desarrollar de manera más eficaz a favor del Pueblo de Dios.”

El 8 de septiembre de 2017 el Papa Francisco publica la Carta apostólica en forma Motu Proprio Summa Familiae Cura con la que se instituye el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las ciencias del matrimonio y de la familia.

“…en un contexto en el que los individuos están menos sostenidos que en el pasado por las estructuras sociales, en su vida afectiva y familiar. Con el límpido propósito de permanecer fieles a las enseñanzas de Cristo debemos, por lo tanto, mirar con intelecto de amor y con sabio realismo, la realidad de la familia, hoy, en toda su complejidad, en sus luces y sombras.

Por estas razones he considerado oportuno ofrecer un nuevo marco jurídico al Instituto Juan Pablo II, para que «la intuición clarividente de San Juan Pablo II, que quiso firmemente esta institución académica, hoy [pueda] ser todavía mejor reconocida y apreciada en su fecundidad y actualidad».

Por lo tanto, he tomado la decisión de instituir un Instituto Teológico para Ciencias del Matrimonio y la Familia, ampliando su campo de interés, sea por las nuevas dimensiones de la tarea pastoral y de la misión eclesial, sea en referencia al desarrollo de las ciencias humanas y de la cultura antropológica en un campo tan fundamental para la cultura de la vida.” [1].

“Con el presente Motu Proprio instituyo el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para Ciencias del Matrimonio y la Familia, que, vinculada a la Pontificia Universidad Lateranense, suceda, sustituyéndolo al Pontificio Instituto Juan Pablo ii para estudios sobre el Matrimonio y la Familia, establecido por la Constitución apostólica Magnum Matrimonii sacramentum, que por lo tanto cesa. Será deber, sin embargo, que la inspiración original que dio origen al cesado Instituto para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia siga fecundando el campo más amplio de compromiso del nuevo Instituto Teológico, contribuyendo eficazmente a que sea plenamente compatible con las exigencias actuales de la misión pastoral de la Iglesia.” [2].

“El nuevo Instituto será, en el contexto de las instituciones pontificias, un centro académico de referencia, al servicio de la misión de la Iglesia universal, en el campo de las ciencias relacionadas con el matrimonio y la familia y respecto a los temas asociados con la alianza fundamental del hombre y de la mujer para el cuidado y la generación de la creación.”

El 11 de julio de 2019 la Congregación para la Educación Católica aprueba los nuevos estatutos del Pontifico Instituto Teológico Juan Pablo II.  Adjuntar Estatutos generales. 

El 11 de enero 2024 se aprueban los estatutos de la sección extraurbana de Valencia por el Dicasterio de cultura y educación. Adjuntar estatutos sección Valencia.

La Constitución Apostólica «Veritatis gaudium» del Papa Francisco sobre las Universidades y las Facultades eclesiásticas, 29.01.2018. 

Segunda parte. Normas especiales. Título IV. Otras facultades

Artículo 85. “Además de las Facultades de Teología, de Derecho Canónico y de Filosofía, han sido erigidas o pueden ser erigidas canónicamente otras Facultades eclesiásticas, teniendo en cuenta las necesidades de la Iglesia, con objeto de conseguir algunas finalidades particulares, como por ejemplo:

  1. a) un conocimiento profundo en algunas disciplinas de mayor importancia entre las disciplinas teológicas, jurídicas, filosóficas e históricas;
  2. b) la promoción de otras ciencias, en primer lugar, las ciencias humanas, que tengan más estrecha conexión con las disciplinas teológicas o con la labor de evangelización;
  3. c) el estudio profundo de las letras, que ayuden de modo especial tanto a comprender mejor la Revelación cristiana, como a desarrollar con mayor eficacia la tarea de evangelización;
  4. d) finalmente, una más cuidada preparación tanto de los clérigos como de los seglares para desempeñar dignamente algunas funciones apostólicas especiales”.

 

Carisma fundacional 

La inspiración original del PIJPII fundado por San Juan Pablo II: 

“…He decidido fundar…Dicho instituto se propone prestar a toda la Iglesia la aportación de la reflexión teológica y pastoral sin la que la misión evangelizadora de la Iglesia se vería privada de una ayuda esencial. Será un lugar donde la verdad

sobre el matrimonio y la familia se estudien a fondo a la luz de la fe y con la contribución también de las distintas ciencias humanas.”

“…para que la verdad acerca del matrimonio y la familia pueda ser cada vez mejor investigada científicamente, de modo que los laicos, religiosos y sacerdotes puedan recibir formación, ya sea filosófico – teológica, ya en ciencias humanas en esta materia, a fin de que su ministerio pastoral y eclesial se pueda desarrollar de manera más eficaz a favor del Pueblo de Dios.”

 

Misión 

“…trabajan para que la predicación de la Iglesia no carezca de la contribución del conocimiento científico que facilita un diálogo concreto y actualizado sobre los temas humanos de la vida conyugal. De esta manera, el anuncio sobre la naturaleza y los propósitos específicos de la íntima comunidad de vida y el amor conyugal, queridos por el Creador y elevados por Cristo a la dignidad de Sacramento, puede encontrar una mejor acogida en el corazón humano

“…profundización del designio de Dios sobre la persona, el matrimonio y la familia, conjugando la reflexión teológica, filosófica y científica, con una atención constante a la cura animarum.”

“2. Sus estudios deben basarse en una antropología sólida y adecuada; una antropología que abarque la verdad integral de la persona humana. De hecho, la solución a los problemas que plantean el matrimonio y la familia siempre implica una antropología. Si esta no es adecuada, genera soluciones que no respetan la dignidad del hombre y de la mujer. …Es sobre esta visión adecuada de la persona humana, que —como enseña el Vaticano II— solo puede conocerse plenamente a la luz del Misterio del Verbo Encarnado (cf. Gaudium et Spes , 22), sobre esta visión —decía— deben basar todas sus respuestas a los problemas que plantea hoy la vida matrimonial y familiar. Una consecuencia esencial de esto es la reflexión ética: es decir, la reflexión sobre el valor y los valores de la persona humana como tal y, en particular, sobre los valores morales que deben realizarse en la vida matrimonial y familiar.

De todo esto, se desprende que la investigación en el Instituto, incluso en la necesaria pluralidad de enseñanzas, debe caracterizarse cada vez más por una profunda unidad en su totalidad. Cada disciplina es como un fragmento que, al integrarse con las demás, muestra una «figura» unitaria, que debéis percibir claramente: la «figura» del matrimonio y la familia en toda su verdad, tal como la concibe Dios.

Ésta es la suprema dignidad del pensamiento teológico, que santo Tomás no dudó en llamar “quaedam participatio divinae scientiae.” [8]

Confiando el Instituto al especial patrocinio de la Santísima Virgen María de Fátima cuyo aniversario se celebra cada 13 de mayo. [9]

 

Metodología  

“6. Éstas y otras perspectivas para el trabajo futuro del Instituto deberán ser desarrolladas según la doble dimensión de método que se desprende también de este encuentro.

Por una parte, es imprescindible partir de la unidad del designio de Dios sobre la persona, el matrimonio y la familia. Sólo este punto de partida unitario permite que la enseñanza ofrecida en el Instituto no sea una simple yuxtaposición de lo que la teología, la filosofía y las ciencias humanas nos dicen sobre estos temas. De la revelación cristiana brota una antropología adecuada y una visión sacramental del matrimonio y de la familia, que permite realizar un diálogo y una interacción con los resultados de la investigación propios de la razón filosófica y de las ciencias humanas. Esta unidad originaria está también en la raíz del trabajo común entre profesores de diversas materias y hace posibles una investigación y una enseñanza interdisciplinares que tienen como objeto el «unum» de la persona, del matrimonio y de la familia profundizado, desde puntos de vista diversos y complementarios, con metodologías específicas.

Por otra parte, es preciso subrayar la importancia de las tres áreas temáticas sobre las que se organizan concretamente todos los currículos de estudios propuestos en el Instituto. Esas tres áreas son necesarias para la integridad y la coherencia de vuestro trabajo de investigación, enseñanza y estudio. En efecto, ¿cómo prescindir de la consideración del «fenómeno humano» tal como lo proponen las diversas ciencias? ¿Cómo renunciar al estudio de la libertad, eje de toda antropología y puerta de acceso a las preguntas ontológicas originarias? ¿Cómo prescindir de una teología en la que la naturaleza, la libertad y la gracia se vean en unidad articulada, a la luz del misterio de Cristo? Aquí se halla el punto de síntesis de todo vuestro trabajo, ya que «realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (Gaudium et spes, 22).” [10]

En consecuencia, doble dimensión del método: 

  1. Partir de la unidad del designio de Dios sobre la persona, el matrimonio y la familia. Permite que la enseñanza ofrecida en el Instituto no sea una simple yuxtaposición de lo que la teología, la filosofía y las ciencias humanas nos dicen sobre estos temas. 
  2. De la revelación cristiana brota una antropología adecuada y una visión sacramental del matrimonio y de la familia, que permite realizar un diálogo y una interacción con los resultados de la investigación propios de la razón filosófica y de las ciencias humanas.

Tres áreas temáticas:  

  • La consideración del «fenómeno humano» tal como lo proponen las diversas ciencias
  • estudio de la libertad, eje de toda antropología y puerta de acceso a las preguntas ontológicas originarias.
  • teología en la que la naturaleza, la libertad y la gracia se vean en unidad articulada, a la luz del misterio de Cristo
  1. La unidad del designio de Dios sobre la persona, el matrimonio y la familia que en una visión orgánica integre las diversas ciencias como la teología, la filosofía y las ciencias humanas. 
  2. De la Revelación cristiana brota una antropología adecuada, una visión sacramental del matrimonio y de la familia, que permite realizar un diálogo y una interacción con los resultados de la investigación propias de la razón filosófica y de las ciencias humanas.

elaborar una antropología adecuada que trate de comprender e interpretar al hombre en lo que es esencialmente humano.

En efecto, el olvido del principio de la creación del hombre como varón y mujer representa uno de los factores de mayor crisis y debilidad de la sociedad contemporánea, con preocupantes consecuencias en el clima cultural, en la sensibilidad moral y en el marco jurídico. Cuando se pierde de vista este principio, se ofusca la percepción de la singular dignidad de la persona humana y se abre camino a una peligrosa «cultura de muerte».

Sin embargo, la experiencia del amor, correctamente entendido, sigue siendo la puerta de acceso, simple y universal, a través de la cual todo hombre está llamado a tomar conciencia de los factores constitutivos de su humanidad:  razón, afectividad y libertad. En el irreprimible interrogante sobre el significado de su persona, sobre todo partiendo del principio de que ha sido creado a imagen de Dios, varón y mujer, el creyente puede reconocer el misterio del rostro trinitario de Dios, que lo crea imprimiendo en él el sello de su realidad de amor y comunión.

  1. El sacramento del matrimonio y la familia que nace de él representan el camino eficaz por el que la gracia redentora de Cristo asegura a los hijos de la Iglesia una participación real en la comunión trinitaria. El amor del Resucitado a su esposa la Iglesia, concedido sacramentalmente en el matrimonio cristiano, alimenta, al mismo tiempo, el don de la virginidad por el Reino. Esta, a su vez, indica el destino último de ese mismo amor conyugal.

Así, el misterio nupcial nos ayuda a descubrir que la Iglesia misma es «familia de Dios». Por eso, el Instituto, al profundizar en la naturaleza del sacramento del matrimonio, ofrece también elementos para la renovación de la eclesiología”. [11]

Aportación del Instituto

Modo original de leer el plan de Dios ofrecida por el nexo entre la Revelación divina y la experiencia originaria humana. El método de la reflexión se articula en la confluencia entre la revelación divina y la experiencia humana. 

Íntima conexión entre la cuestión antropológica y la cuestión matrimonial y familiar. La vocación del hombre al amor y a la comunión de personas.

“sugerir aquí algunas perspectivas para esta profundización. La primera atañe al fundamento en sentido estricto, es decir, al misterio de la santísima Trinidad, manantial mismo del ser y, por tanto, eje último de la antropología. A la luz del misterio de la Trinidad, la diferencia sexual revela su naturaleza plena de signo expresivo de toda la persona.

La segunda perspectiva que quiero someter a vuestro estudio concierne a la vocación del hombre y la mujer a la comunión. También esa vocación hunde sus raíces en el misterio trinitario, se nos revela plenamente en la encarnación del Hijo de Dios ―en la que las naturalezas humana y divina se unen en la persona del Verbo―, y se inserta históricamente en el dinamismo sacramental de la economía cristiana. En efecto, el misterio nupcial de Cristo, esposo de la Iglesia, se expresa de modo singular a través del matrimonio sacramental, comunidad fecunda de vida y amor.

Así, la teología del matrimonio y de la familia ―éste es el tercer aspecto que deseo proponeros― se inserta en la contemplación del misterio de Dios uno y trino, que invita a todos los hombres a las bodas del Cordero realizadas en la Pascua y perennemente ofrecidas a la libertad humana en la realidad sacramental de la Iglesia.

Además, la reflexión sobre la persona, el matrimonio y la familia se profundiza dedicando una atención especial a la relación entre la persona y la sociedad. La respuesta cristiana al fracaso de la antropología individualista y colectivista exige un personalismo ontológico arraigado en el análisis de las relaciones familiares primarias. Racionalidad y relacionalidad de la persona humana, unidad y diferencia en la comunión y las polaridades constitutivas de hombre-mujer, espíritu-cuerpo e individuo-comunidad, son dimensiones co-esenciales e inseparables. Así, la reflexión sobre la persona, el matrimonio y la familia puede integrarse, en último término, en la doctrina social de la Iglesia, y acaba por convertirse en una de sus raíces más sólidas.” [12]

 

Acción pastoral. Cura animarum

Prioridad pastoral de la atención a la familia. Fundada sobre el matrimonio en el que el amor humano encuentra el lugar para expresarse y pueda ser llegar a ser el santuario de la vida, la célula de la sociedad y cultura auténticas. 

“La centralidad de la familia en los caminos de «conversión pastoral» de nuestras comunidades y de «transformación misionera de la Iglesia» requiere que —incluso en el ámbito de la formación académica— en la reflexión sobre el matrimonio y la familia no falten nunca la perspectiva pastoral y la atención a las heridas de la humanidad”. [13]

La acción pastoral de la Iglesia necesitaba sostenerse en una reflexión teológica de carácter sistemático e interdisciplinar. Capaz de originar una visión orgánica. radicadas en una sólida antropología filosófica y teológica. En una coherente sistemática, trinitaria, eclesiológica y sacramental. Capaz de integrar las adquisiciones consolidadas de las ciencias humanas. Un proyecto académico. identificado en sus elementos esenciales y abierto a acoger el fruto de la investigación y del encuentro con nuevas circunstancias históricas y culturales.

“sois los destinatarios y los continuadores de la visión que constituyó uno de los ejes de su misión y de sus reflexiones:  el plan de Dios sobre el matrimonio y la familia. Esta herencia no es simplemente un conjunto de doctrinas o de ideas; es ante todo una enseñanza dotada de una luminosa unidad sobre el sentido del amor humano y de la vida. La presencia de numerosas familias en esta audiencia —y por tanto no sólo los alumnos actuales y del pasado, sino sobre todo los alumnos del futuro— es un testimonio particularmente elocuente de cómo la enseñanza de esa verdad ha sido acogida y ha dado sus frutos.

La idea de «enseñar a amar» ya acompañó al joven sacerdote Karol Wojtyla y sucesivamente lo entusiasmó cuando, siendo un joven obispo, afrontó los difíciles momentos que siguieron a la publicación de la profética y siempre actual encíclica Humanae vitae de mi predecesor Pablo VI.

Fue en esa circunstancia cuando comprendió la necesidad de emprender un estudio sistemático de esta temática. Esto constituyó el substrato de esa enseñanza, que luego ofreció a toda la Iglesia en sus inolvidables Catequesis sobre el amor humano. Así puso de relieve dos elementos fundamentales que en estos años vosotros habéis tratado de profundizar y que configuran la novedad misma de vuestro Instituto como entidad académica con una misión específica dentro de la Iglesia.

El primer elemento es que el matrimonio y la familia están arraigados en el núcleo más íntimo de la verdad sobre el hombre y su destino. La sagrada Escritura revela que la vocación al amor forma parte de la auténtica imagen de Dios que el Creador quiso imprimir en su criatura, llamándola a hacerse semejante a él precisamente en la medida en la que está abierta al amor. Por tanto, la diferencia sexual que caracteriza el cuerpo del hombre y de la mujer no es un simple dato biológico, sino que reviste un significado mucho más profundo:  expresa la forma del amor con la que el hombre y la mujer llegan a ser —como dice la sagrada Escritura— una sola carne, pueden realizar una auténtica comunión de personas abierta a la transmisión de la vida y cooperan de este modo con Dios en la procreación de nuevos seres humanos.

Un segundo elemento caracteriza la novedad de la enseñanza de Juan Pablo II sobre el amor humano:  su manera original de leer el plan de Dios precisamente en la convergencia de la revelación divina con la experiencia humana, pues en Cristo, plenitud de la revelación de amor del Padre, se manifiesta también la verdad plena de la vocación del hombre al amor, que sólo puede encontrarse plenamente en la entrega sincera de sí mismo.

En mi reciente encíclica subrayé cómo precisamente mediante el amor se ilumina «la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino» (Deus caritas est, 1). Es decir, Dios se sirvió del camino del amor para revelar el misterio íntimo de su vida trinitaria

Además, la íntima relación que existe entre la imagen de Dios Amor y el amor humano nos permite comprender que «a la imagen del Dios monoteísta corresponde el matrimonio monógamo. El matrimonio basado en un amor exclusivo y definitivo se convierte en el icono de la relación de Dios con su pueblo y, viceversa, el modo de amar de Dios se convierte en la medida del amor humano» (ib., 11).

Esta indicación queda todavía, en buena parte, por explorar. De este modo se perfila la tarea que el Instituto para estudios sobre el matrimonio y la familia tiene en el conjunto de sus estructuras académicas:  iluminar la verdad del amor como camino de plenitud en todas las formas de existencia humana. El gran desafío de la nueva evangelización, que Juan Pablo II propuso con tanto impulso, debe ser sostenido con una reflexión realmente profunda sobre el amor humano, pues precisamente este amor es un camino privilegiado que Dios ha escogido para revelarse a sí mismo al mundo y en este amor lo llama a una comunión en la vida trinitaria.

Este planteamiento también nos permite superar una concepción del amor como algo meramente privado, hoy muy generalizada. El auténtico amor se transforma en una luz que guía toda la vida hacia su plenitud, generando una sociedad donde el hombre pueda vivir. La comunión de vida y de amor, que es el matrimonio, se convierte así en un auténtico bien para la sociedad. Evitar la confusión con otros tipos de uniones basadas en un amor débil constituye hoy algo especialmente urgente. Sólo la roca del amor total e irrevocable entre el hombre y la mujer es capaz de fundamentar la construcción de una sociedad que se convierta en una casa para todos los hombres.

La importancia que el trabajo del Instituto reviste en la misión de la Iglesia explica su configuración propia:  de hecho, Juan Pablo II aprobó un solo Instituto con diferentes sedes distribuidas en los cinco continentes, con la finalidad de ofrecer una reflexión que muestre la riqueza de la única verdad en la pluralidad de las culturas. Esta unidad de visión en la investigación y en la enseñanza, a pesar de la diversidad de lugares y sensibilidades, representa un valor que tenéis que conservar, desarrollando las riquezas arraigadas en cada cultura. Esta característica del Instituto se ha demostrado particularmente adecuada para el estudio de una realidad como la del matrimonio y la familia. Vuestro trabajo puede mostrar cómo el don de la creación vivido en las diferentes culturas ha sido elevado a gracia de redención por Cristo.”

  1. Introducción. Carta apostólica en forma motu proprio summa familiae cura. 8 de septiembre de 2017. Papa Francisco. 

  2. Art. 1. Carta apostólica en forma motu proprio summa familiae cura. 8 de septiembre de 2017. Papa Francisco.

  3.  Art. 2. Ibidem.
  4.  JUAN PABLO II. Audiencia General. Miércoles 13 de mayo de 1981

  5. Punto 3. Ibidem. 

  6. Punto 1. Discurso de Juan Pablo II a los miembros del Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia. Lunes 23 de marzo de 1992.

  7. Discurso del Papa Juan Pablo II a los participantes en una semana internacional de estudio sobre el matrimonio y la familia. Viernes, 27 de agosto de 1999.

  8. Punto 2. Discurso de Juan Pablo II a los profesores y alumnos del Instituto de la familia, 19 de diciembre de 1981. 

  9.  “El Instituto estará bajo el especial patronazgo de la Santísima Virgen de Fátima.” Punto 8 de la Constitución Apostólica Magnum Matrimonii Sacramentum, de 7 de octubre de 1982. 

  10. Discurso del santo Padre Juan Pablo II a los profesores y alumnos del instituto «Juan Pablo II»para estudios sobre el matrimonio y la familia”. Jueves 31 de mayo de 2001.

  11. Discurso del Papa Juan Pablo II a los participantes en una semana internacional de estudio sobre el matrimonio y la familia viernes, 27 de agosto de 1999.

  12.  Introduccion Summa Familiae Cura.

  13. Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a un congreso organizado por el Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia. Jueves 11 de mayo de 2006.

misión formativa

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“El hombre no puede vivir sin amor. Permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor.”
— San Juan Pablo II

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